sábado, 10 de enero de 2015

El tiempo da la razón...Duchamp Estafador

 El tiempo pone a cada uno en su sitio, al dictador en la penumbras de la historia, al mago en el escenario, al estafador en las letrinas...y nunca mejor dicho.

Los adoradores de objetos industriales inertes y sin expresión se deben sentir contrariados, o negando la evidencia de las pruebas, que se yo, cada uno se engaña a si mismo de la manera que desea, Avelina Lésper en este fántastico articulo lo explica todo..

Disfrutad...



Me parece que esta no es la uimagen de urinario... lo lamento puede ser que me haya equivocado con la imagen..




La piedra angular del arte contemporáneo, la “obra más influyente del siglo XX” en realidad es un robo, Duchamp fue más allá del plagio, literalmente despojó de la propiedad y autoría del urinario a la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven. El ensayo de Julian Spalding y la investigación de Glyn Thompson demuestran la vulgaridad del delito con datos históricos incontrovertibles. 
La historia es un melodrama: Elsa, una mujer enamorada que centraba su obra en los objetos que recolectaba, envía esta pieza a su amante, Duchamp, y este se lo adueña; ella muere olvidada en la pobreza y él se inmortaliza gracias a ese robo.

 Spalding y Thompson revelan que todo lo que Duchamp hizo y dijo alrededor del urinario es una impostura: el lugar en donde lo compró, el rechazo del Salón de Los Independientes, la firma en el urinario no es suya, así como la interpretación del nombre de R. Mutt. Hasta el título de Fountain no es una idea de él, es una ocurrencia del fotógrafo Alfred Stieglitz. Décadas más tarde, cuando Elsa y Stieglitz estaban muertos, Duchamp fabuló la leyenda del urinario para auto promocionarse descaradamente como el iniciador del arte moderno.

 La evidencia es tan contundente que todos los museos del mundo que poseen una de las “copias” de este plagio están rehaciendo las cédulas y lo presentan como “Una apropiación de Duchamp a partir del original de la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven”.  El MoMA de Nueva York se negó a cambiar la cédula y sin argumentos mantiene el mito oficial que lo canoniza como artista.
 


más en la página de Avelina Lésper

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